¡Hasta cuándo!
Baduel
en el 2002 invocó el 333
@pabloaure
He venido sintiendo un gran ataque entre los que votarán
y los que han manifestado sus intenciones de no votar en las elecciones
regionales. Se llega al punto de descalificar a ambos bandos, llamándolos tarifados
o que han sucumbido a las cizañas del G2 cubano, cuando en realidad ambos sectores se supone deberían
tener el mismo propósito, que no es otro que, la salida del régimen.
En esa lucha contra el régimen que hoy encabeza Nicolás
Maduro han surgido muchos obstáculos, pero en todas las ocasiones hemos estado
unidos. Por ejemplo, en las elecciones del 2013 cuando apoyamos a Henrique
Capriles, luego en las del 2015 cuando apoyamos a nuestros candidatos a
diputados a la Asamblea Nacional y, recientemente, con la idea del plebiscito
en el que todos los ciudadanos nos involucramos para definir la hoja de ruta.
Es aquí, en esta última votación, esencialmente ciudadana, de donde parte la
separación que hoy afecta al sector que apuesta por un cambio.
El 16 de julio más de siete millones y medio de
venezolanos dijimos cuál era el camino a seguir. Desconocer a esa asamblea
nacional constituyente por fraudulenta, solicitarle a la Fuerza Armada Nacional
obedecer y defender la Constitución del año 1999 y respaldar las decisiones de
la Asamblea Nacional. No podemos olvidar que ese día aprobamos sustituir los Poderes
Públicos, así como la realización de elecciones libres y transparentes y
también la conformación de un nuevo gobierno de unidad nacional. Siendo esto
así, estamos en deuda con los ciudadano, pues, ha sido la asamblea nacional
constituyente (que desconocimos) la que le ha ordenado al CNE (lo cual aceptó)
fijar la fecha de las elecciones, y los rectores del CNE se les subordinaron, ¿o
ya se nos olvidó?, como la asamblea nacional olvidó el abandono del cargo de
Nicolás Maduro acordado el 9 de enero de este mismo año. Pero es que las
irregularidades no se quedan allí sino que el tribunal Supremo de Justicia
también se subordinó, lo que significa, que no solamente no cumplimos el
mandato del 16J de renovar los poderes y conformar un gobierno de unidad sino
que la espuria asamblea nacional constituyente es quien ejerce la rectoría de
todas los Poderes Públicos del país, aunque la Asamblea Nacional diga lo
contrario.
¿Elecciones
sin instituciones?
¿Cómo pretender encontrar una salida institucional
si no tenemos instituciones que garanticen nuestra voluntad de cambio? Allí radica
la importancia hablarle a la Fuerza Armada Nacional. Sin timidez hay que seguir
insistiendo con el sector castrense y tenderle puentes para que vean la opción democrática
como una alternativa en la cual confiar, pero además es su obligación. Tenemos que
abrirle las puertas al militar honesto, para que no se sienta perseguido, sino
por el contrario protegido. Que se comporten como lo que son desde la
formalidad constitucional y no como los han convertido. Ellos, desde el punto
de vista doctrinario son la “policía constitucional”, los que están en la
obligación de garantizar las órdenes de las instituciones democráticas. No deben
estar al servicio de ninguna parcialidad política.
Sé que la inmensa mayoría de los ciudadanos
desconfían de la Fuerza Armada Nacional, los ven como unos cobardes al servicio
del tirano y no de los ciudadanos. Creo que nos ha faltado un mensaje claro. No
podemos vacilar en decirles cuál será su rol en un nuevo gobierno de unidad
nacional.
Salida
constitucional pero no electoral.-
He repetido innumerables veces que soy optimista, y
más ahora cuando el régimen está en su peor momento, así Maduro trate de
demostrar lo contrario. La popularidad muy baja y la obediencia de sus aliados
naturales en el suelo. La FAN está tan dividida como los civiles que antes exhibían
con orgullo la franela roja con los ojos de Chávez. Ya el grito de los rumores
y el descontento traspasan las cercas de los cuarteles. Juan Carlos Caguaripano
fue una palmaria demostración.
El 18 de agosto la ilegítima asamblea nacional
constituyente continuó arremetiendo contra la institucionalidad. En efecto,
propinó otro golpe a la representación del soberano, arrebatándole las
competencias de legislar a la Asamblea Nacional que, dicho sea de paso, ya eran
prácticamente nulas, debido a que el TSJ las invalidaba. Desde el pasado
viernes, Miraflores ya no tendrá la necesidad de acudir a su bufete particular
instaurado en el TSJ para evitar que el Poder Legislativo cumpla con su función
primordial.
En
abril del 2002 no hubo elecciones y Chávez volvió.
En el vacío de poder o golpe de Estado del año 2002
derivado de la renuncia de Hugo Chávez, de la Fuerza Armada Nacional -aunque
dividida-, surgió un general que interpretó su misión de restituir el hilo constitucional.
Que estemos de acuerdo o no, con lo que el general Raúl Baduel hizo en ese
momento, es un asunto que hoy no discutiremos, pero nadie puede poner en duda
que Baduel ejecutó lo que consideró era su deber. No convocó a elecciones, él
apeló al artículo 333 de la Constitución y se alzó en contra de las órdenes de
sus superiores, pues, de acuerdo a su criterio el texto constitucional había perdido
su vigencia y él lo restableció devolviendo a Hugo Chávez al poder. Siendo esto
así, debemos concluir que la gran diferencia entre Carmona y Maduro, radica en
lo siguiente: cuando Carmona asumió la presidencia hubo militares
institucionales con coraje y dignidad -de uno y de otro lado- mientras que ahora
bajo la jefatura de Nicolás Maduro, al menos de manera visible, el coraje está
al servicio de la tiranía y la dignidad no se divisa.
Abstencionario
por convicción
Para finalizar, volveré a referirme a lo que comenté
al inicio de esta columna. Al dilema de votar o no votar. Con pasión y
sentimiento democrático invocaré un término manejado muy bien por el maestro español
don Antonio García Trevijano autor del tratado de la “Teoría Pura de la República”.
Me declaro “abstencionario” para las elecciones a gobernadores.
El abstencionario según el maestro García Trevijano
“es aquella persona que practica la abstención activa
para deslegitimar el Estado de partidos y promover la emergencia de la República
constitucional. Se distingue del abstencionista en que su acción es consciente,
voluntaria. Mientras que el abstencionista es el que no participa porque no
siente interés en el tema electoral, o porque simplemente no vota por otras
razones” El abstencionario, claro que quiere participar votando para elegir,
cosa que en la actual situación venezolana sería una afrenta ciudadana porque
votaríamos desconociendo el mandato del 16 de julio, cohonestando una dictadura
y peor aún, a sabiendas de que el resultado de esa elección será un gobernador que
no conocerá sus atribuciones. Claro que no sabe cuáles serán sus atribuciones
porque está en pleno desarrollo la asamblea nacional constituyente que aunque
espuria -y desconocida- elaborará un nuevo texto constitucional que será la que
establecerá las atribuciones de los gobernadores. También es necesario tener
presente que será la asamblea nacional constituyente quien definirá con un “certificado
de buena conducta” cuáles serán los candidatos de la “oposición”, desde luego
me refiero a aquellos que pasen el filtro de las inhabilitaciones o encarcelamientos.
Que quede muy claro “el abstencionario emplea una táctica transitoria de
voluntad de no votar cuando no se puede elegir”
Votar es convalidar una dictadura, no votar en
esta oportunidad, es cumplir un mandato popular. Aquí no es asunto de
divisionismo o de unidad, sino de enfrentar la dictadura con coherencia, pero
también de decirle al mundo que hoy nos observa, que no descansaremos hasta salir
de la tiranía, y que tampoco nos transaremos por unas parcelas para abultar
carteras clientelares de aquellos que han preferido convivir antes que
resistir.
Pablo Aure
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