¡Hasta cuándo!
Llegamos
al punto de no retorno
@pabloaure
Aunque algunos pretendan convivir con
este régimen, la fuerza que emerge de los
distintos sectores impulsa la salida de la dictadura.
El país se anarquizó. No hay voz de
mando, ni en el gobierno y tampoco en los que son la cara visible desde la
Asamblea Nacional. Cierto que diariamente se anuncia una agenda por parte del sector
democrático, pero, solamente es acatada si la misma va en consonancia con las
aspiraciones del común de la gente y sobre todo del “batallón” de escuderos. Es decir, estamos en momentos donde las
acciones no la fijan los partidos políticos sino la resistencia. Entiéndase bien: la verdadera resistencia, la
que ha colocado entre la espada y la pared al régimen. La que ha hecho posible que el mundo fije su mirada en
Venezuela, esa la que está integrada en su mayoría por jóvenes corajudos
que “no se asustan de animal ni policía”
Mensajes
incumplibles.-
El sábado pasado en una suerte de
advertencia comenzaron los mensajes recomendando comprar comida. Por cierto,
poco originales, llevamos varios años escuchando esa oración. En esta
oportunidad, por muy cargados de buenas intenciones, esos consejos no creo que
puedan ser acatados por varias razones, entre ellas, la falta de dinero en la
gran mayoría de los ciudadanos, otra, muchos alimentos no se consiguen todos los días. Pienso que mandar a
apertrecharse pudiera ser un mensaje errado y desconsolador para los sectores
más necesitados que a duras penas tienen para comprar o encontrar el alimento
que día a día consumen.
La batalla debe ser de todos
y a favor de algo.
A menos que lo que esté planteado sea una lucha militar donde
no haya protestas y la gente deba quedarse en las casas,
el mensaje sería correcto siempre y cuando todos tuviéramos las mismas
oportunidades para apertrecharnos. Lamentablemente no es así, en consecuencia irremediablemente habrá quienes no
siendo militares ni estén equipados con armas de guerra tendrán que exponer sus
vidas para buscar el alimento o el medicamento que les haga falta.
Y lo buscarán donde crean pueden encontrarlo. Para un buen entendedor pocas palabras. Por eso, esta
batalla no la ganará quien tenga más pertrechos (alimenticios) sino quien
resista más. Porque si tener la despensa llena es la clave de la victoria,
estamos fregados, ya que el régimen siempre podrá encontrar más comida que nosotros.
Hablar
con sinceridad.-
No sé cuánto tiempo llevamos escuchando a
ciertos políticos decir que esto es un problema de los civiles y bien lejos con
los militares. También se ha incurrido en el error de
pensar que este asunto lo arreglará los venezolanos sin necesidad de que
organismos internacionales metan sus narices en nuestro país. Y vaya que hemos
estado súper
equivocados. Señores:
eso sería válido si estuviéramos
frente a un régimen de civiles y de personas
honestas, que respeten las reglas de la democracia o al menos, la voluntad de
las mayorías. Pero esa no es la realidad. Estamos dominados por un régimen militar que coloca en los puestos de relevancia para la toma de
decisiones a personas “civiles”
o militares sin ningún tipo de escrúpulos para lograr sus objetivos. Siendo el
principal objetivo, mantenerse en el poder.
Sin
ayuda militar imposible negociar la salida.-
De esto saldremos a la fuerza o
mediante negociaciones que acorralen al opresor. Cuando nos zafemos de esto es
cuando deberíamos hablar de elecciones. Si vendemos la
farsa electoral, aunque nos las vistan de elecciones generales, seguiremos
cayendo en la trampa caza bobos, donde a unos vivarachos mimetizados en la oposición se quedarán con determinadas parcelitas
para satisfacer sus individuales fantasías
o materializar aspiraciones crematísticas, mientras el país seguirá hundiéndose en la más terrible de las miserias. Quizá muchos "opositores"
lleguen
a algunas gobernaciones y alcaldías, pero la presidencia, que es desde
donde se dirige la “narcoempresa” seguirá estando
al mando del
mismo comandante en jefe.
La negociación entre venezolanos
decentes se logrará cuando intervengan los organismos internacionales y fuerzas
militares (incluyo las extranjeras) que puedan garantizar el adecentamiento del
próximo gobierno.
¿Cuál sería el precio de
la negociación?
Quien se siente dueño de un Estado
para utilizarlo como una empresa que maneja ilícitas transacciones, con
representación en todos los organismos internacionales y además, con una Fuerza
Armada equipada para garantizar la eficacia en la ejecución de toda clase de
negocios, jamás la vendería a ningún precio.
Fíjense en este ejemplo: Colombia con
un gobierno de civiles ha tenido que enfrentar por decenas de años a una
guerrilla, que no es un gobierno, ni ha tenido reconocimiento
internacional y sin embargo, hasta ahora, no obstante haber “logrado” recientemente un acuerdo de paz
(firmado en Cuba),
se mantienen focos de lucha. Esa guerrilla, la FARC y luego el ELN, tuvieron un
origen ideológico que se transformó en motivaciones delictivas (el negocio de
la droga) A Colombia se le ha dificultado pacificarse porque es mucho dinero el
que está en juego.
Pues bien, ustedes se imaginan si
Pablo Escobar hubiese llegado al poder, como lo tenía previsto. Un capo de la droga, con ejército y reconocimiento internacional difícilmente abandone por las buenas o “negociando”, por mucha presión que hubiesen
ejercido únicamente los colombianos, solos, imposible haberlo logrado.
Álvaro Uribe, lo entendió muy bien, Colombia estaba en minusvalía
frente a esa gran empresa narco-guerrillera y buscó como aliado a EEUU para
acabar con la plaga que mantenía en ascuas a los colombianos. En efecto, se
implementó el “Plan Colombia” con el cual se logró casi su exterminio.
Plan
Venezuela
Nadie en su sano juicio se le debe ocurrir pensar que esta
gente van
a entregar vía electoral un gobierno que lo ven como negocio.
Aquí no hay interlocutores válidos para llegar a un acuerdo. Venezuela se ha
convertido en un Estado donde está involucrada mucha gente de distintas
nacionalidades aunque el centro de operación sea Cuba. Las
agencias de noticias internacionales constantemente informan que los principales carteles de la
droga se desplazan a sus anchas por todo el territorio
nacional.
Yo no sé si estoy viendo las cosas de manera
distorsionada o algunos voceros del sector democrático no son tan sinceros a la
hora de plantear la solución del problema.
Ha llegado la hora, de la verdad, no
podemos enfrentarnos solos a un puñado de militares que tienen a Venezuela como
su empresa. Hacerlo es muerte segura. A los militares se les gana con tácticas
militares y, si son delincuentes con fuerza e inteligencia. En Venezuela no
tenemos esa fuerza que los coaccione. Podemos tener la inteligencia pero hasta
ahora siento que ha habido hipocresía o ceguera en el accionar.
Sin falsos
nacionalismos necesitamos que los organismos internacionales intervengan
con todo
su poderío para que nos ayuden a recomponer a nuestra querida patria. Les pido
ahorren sus palabras si pretenden calificarme de traidor a la patria,
porque quien
traiciona a la patria fue el que le entregó la soberanía de nuestro
país a otra nación para que lo dirija. ¿Quién
es el que le fija las pautas al “madurismo”?
No se trataría de un ejército de ocupación sino de salvación, que garantice la paz mientras
rescatemos las instituciones y de ese modo volver a celebrar elecciones libres.
¡Optimismo!
En esta hora, después de tantos días
de incertidumbre y dolor, la pregunta frecuente es ¿eres optimista? Y con la
mano en el corazón respondo: no es fácil, no ha sido fácil y no será fácil,
pero estoy seguro que recuperaremos el país, porque nunca antes como ahora, los
venezolanos estamos unidos en un solo sentir: ¡sacar a la narco-tiranía!
Pablo
Aure
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