Militares y el fantasma de Zamora
@pabloaure
De
seguir las cosas por el camino que van, pareciera que en algún momento el fantasma
de Ezequiel Zamora ciertamente recorrerá tierras venezolanas. Me refiero al surgimiento
de algunos movimientos secesionistas que traten de impulsar la independencia de
determinadas regiones. Ya hemos visto algunas aproximaciones sobre lo que digo.
Los gochos ya lo han insinuado. Los barinenses también hicieron algo similar.
Esperemos
no llegar a esos episodios, pues serían escenarios para más derramamiento de sangre.
Así
de crudo, como lo leen, pueden ponerse las cosas en el país. Hasta ahora no hay
guerra. Lo que hemos visto es una matazón a mansalva por parte de militares y
colectivos que acribillan a ciudadanos, a lo sumo armados con escudos de latón,
una máscara para protegerse de los gases lacrimógenos y una piedra manifestando
su descontento. Eso sí, lo que también hemos notado en esos venezolanos es gran
valentía y dignidad, que a sabiendas de que tienen en frente a un ejército de
milicianos y militares, insisten en batallar por la libertad.
¿Legítima defensa?
No
hace falta ser un gran visionario para imaginarse lo que puede ocurrir más
adelante. Por los momentos no hay guerra en Venezuela, aunque tengamos más
muertes que las que se producen en aquellos países donde existen guerras
declaradas. Es una perogrullada suponer que los que hoy solo se defienden,
buscarán otros métodos que les garanticen mayor eficacia en su accionar.
Reflexionarán sobre principios elementales de supervivencia, que desde hace
muchísimos años están tipificados en las leyes penales. Por ejemplo, la
legitima defensa. En Venezuela la fuerza pública que reprime las
manifestaciones lo hace agrediendo ilegítimamente a los manifestantes quienes
ejercen un derecho contemplado en el artículo 68 constitucional. Ello no
constituye ninguna provocación que justifique la represión del agresor (GN,
colectivos u otro órgano represor). Siendo así, pudieran encontrar los ciudadanos descontentos con el
régimen algún medio que pueda impedir o repeler las salvajes y brutales
represiones protagonizadas por efectivos militares. Esto que acabo de narrar
recoge grosso modo los supuestos del derecho que tenemos todos de defendernos
ante una agresión ilegitima.
Esto no es una apología del delito. Es el
resultado de lecturas de lo que ha ocurrido en otras partes. Pero también del
conocimiento que hemos adquirido en el campo del Derecho. Desde luego me
preocupa que en ese supuesto -ojalá negado- se ocasionaría una escalada de
enfrentamientos entre manifestantes, hasta ahora desarmados, pero que en algún
momento pudiera transformarse esa realidad.
Insisto
con los militares
Siempre invoco la sensatez que tiene que
haber en un grueso número de efectivos de la Fuerza Armada Nacional. Deben leer
la historia. Tienen que revisar lo que establecen las leyes internacionales que
castigan a los opresores, a esos que asesinan y/o encarcelan abusando del
poder. El Estatuto de Roma debe ser su libro de cabecera. Léanlo, revisen cuáles
hechos constituyen delitos de lesa humanidad y observen también que ese
instrumento, que es derecho positivo en nuestro país, contempla la
imprescriptibilidad de esos delitos. Lo que quiere decir que aunque pase el
tiempo y estén llenos de canas y arrugas, podrán ser perseguidos y condenados
por la Corte Penal Internacional. Eso es en cuanto a los delitos que hoy
cometen y que quizá algunos puedan pensar que están a buen resguardo por la
complicidad que existe en los Tribunales venezolanos. Supongamos que eso
pudiera ser así. Que hoy se sientan guapos y apoyados porque están amparados por
los jueces del horror. En ese particular, me permito decirles que eso no será
por siempre, porque, tengan la seguridad, Venezuela cambiará. Ahora bien,
mientras exista este régimen, la condena que sufrirán será la del confinamiento
en Venezuela (no podrán salir del país porque les pondrán los ganchos) y quién
sabe si en algún momento a alguna potencia se le ocurra extraditarlos manus
militari, por “órdenes superiores”. Noriega, el de Panamá, puede contarles
mejor la historia que él ha vivido, lo guapo que fue, y cómo terminó.
Señores militares, permítanme que sea tan
mordaz con ustedes, pero así les incomode a muchos lectores, y por supuesto a
determinado sector de la institución castrense, tengo que advertirles que la
FAN nos pertenecen a todos los venezolanos. Por esa razón me siento en el deber
y con el derecho de exigirles que cumplan con la Constitución Artículo 328. “La
Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional,
sin militancia política,… en el cumplimiento de sus funciones, está al servicio
exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política
alguna…”
Integrantes de la Fuerza Armada Nacional están a
tiempo de recapacitar. Sé que ya muchos lo están haciendo, pero no encuentran
qué hacer. Se sentirán traidores, si no obedecen. En ningún momento les pediría
que dieran un golpe de Estado. Eso sí sería delito. Vean y mediten sobre lo que
están haciendo. Quizá sin saberlo están siendo coautores por la comisión de ese
grave delito. Porque están coadyuvando a mantener esta ruptura del hilo
constitucional. Los invito a leer cuál es el significado de golpe de Estado
para que lo entiendan.
Finalmente me despido recomendándoles también que
lean la historia sobre la suerte que han corrido los ejércitos profesionales y
los oficiales de carrera en las revoluciones. No tienen prolongada vida de
bonanza. Los oficiales de carrera, a la larga, también les son incomodos a los
regímenes revolucionarios. Remóntense a la Unión Soviética, a la China de Mao
Tse-tung o, sin ir tan lejos, a los militares cubanos. Si prefieren no enfocar
tan lejos pueden ver lo que en la actualidad está ocurriendo con los
suboficiales que en algunos casos tienen más poder de mando que los oficiales
o, también, con los milicianos que inconstitucionalmente se han alistado en la
FAN.
Lo que aquí le escribo a los militares lo hago
inspirado no en mi condición de opositor a este régimen oprobioso (que lo soy)
sino con estricto apego a mis sentimientos patrióticos, y preocupado por lo que
puede pasar en el país si nuestra Fuerza Armada Nacional continúa cohonestando,
por acción u omisión, los desafueros impuestos en las recetas cubanas y de las
bandas delincuenciales como las FARC.
Pablo Aure
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