Mis vecinos…
los nuevos próceres
La perspectiva, es una decisión
personal, ver el vaso medio lleno o medio vacío, es un camino que cada quien
escoge según sus propias convicciones. En medio de este sin sentido, de esta profunda
crisis social, económica y política, es una verdadera proeza mantener una
actitud positiva. Como en el famoso cuento del rey que está desnudo, ya la
ciudadanía notó la falta de ropa, y en este caso los que se creen reyes (porque
esta es una dictadura de una élite cívico militar, no sólo de un individuo, ni
de las bases de un partido) también se saben desnudos, ya no hay guayuco que valga para esconder la
vergüenza al defalco sistemático de toda la nación. Ver tanto desmadre y
cinismo puede ser nocivo para la salud. No es de gratis que la encuestadora
Delphos registra que 6 de cada 10 los conciudadanos de estratos C, D, E, le
echan la culpa de lo que está sucediendo al pichón galáctico y a su gabinete
renunciado, pero que sin la renuncia de la figura de quien hace de presidente,
poca confianza genera en que el país tomará un rumbo distinto.
Quienes escogen mantenerse del
lado de generar un cambio de sistema en Venezuela, han escogido definitivamente
ver que ya falta menos, que el vaso está medio lleno. Quien ha decidido mantenerse
positivo, seguir luchando, a través de la sensibilización, concientización,
divulgación y no cooperación con el régimen, puede ser catalogado ya como
triunfador, como un verdadero héroe. Y a historias reales me remito.
Este grupo de venezolanos de
lujo, van desde las madres, la soltera y la casada, que asumieron el rol de voluntariado
e ir casa por casa, conversando con sus vecinos, haciendo visibles los graves
problemas de seguridad de sus sectores. La joven diseñadora, o la artista
plástico, que se mantiene en pie de lucha (no violenta, mosca, no vayan a
aplicarme eso de instigar al odio), volanteando
en las colas de los mercados, alertando que la escasez, al igual que en
Cuba es una característica de este tipo de sistema totalitario, mientras hace pequeñas
esculturas de José Gregorio Hernández para sobrevivir. Están los trabajadores,
unos ingenieros, otros albañiles, el que tiene y no tiene hijos, pero que se
niegan a dejar el país al control de la desidia, ambos quieren tener una
familia en una nación de bienestar, y para ello participan en juntas vecinales,
donde se organizan para denunciar los
daños que el mal servicio de agua ha causado a la salud de su comunidad. Los
abogados, un grupo de ellos que de manera gratuita han defendido a todos quienes han sido víctima de un
sistema de estado que, cual Pinochet, se ha convertido en algo cada vez más
cruel y represor. La doctora que exoneró los honorarios y colaboró con la
colecta para cubrir la operación de una estudiante impactada por una herida de bala,
de mercenarios –mal llamados colectivos- empoderados por un gobernante. La
pareja de empresarios, que aunque sus empresas val palo abajo en esta situación
económica, donan almuerzos e hidratación a las personas que hacen cola en el
hospital esperando su quimioterapia. El locutor de radio, el periodista y el
fotógrafo que asumieron un rol histórico en registrar la represión del régimen
y alzan su voz hasta que cesen los chantajes a los medios, se deponga la
censura y reviva la libertad de expresión en Venezuela. Los políticos, los de
antes y los de ahora, los que han depuesto egos e intereses, los que han
entendido que esta lucha es por la unión y el bienestar de Venezuela. Los
padres y madres que, preocupados por el adoctrinamiento en las escuelas, decidieron
salir a las calles sin retorno, hasta librar de ideologías lo que debe ser una
educación plural, universal y tolerante. Están las víctimas, las madres que
perdieron a sus hijos, las que los tienen todavía presos, sus familiares,
quienes lejos de deprimirse se conformaron en un cuerpo organizado de
exigencias, generando hoy un frente de lucha judicial y de calle en contra de la
dictadura. Los maestros, profesores y autoridades académicas, a algunos que han
allanado, enjuiciado, perseguido y calumniado, esos que no se doblegan, los que
se mantienen críticos sin poder ser silenciados. Y por último, los Franciscos
de Miranda de esta nueva independencia, los jóvenes y los estudiantes, quienes
han sido precursores de los cambios que se darán en el país, la chispa de un
proceso que aún no culmina.
Hay quienes van al cine o leen
un libro para adentrarse en el heroísmo mítico de los personajes en las luchas
épicas. En nuestro caso, basta con salir de la casa para haber compartido con
varios de estos personajes. Es probable que quien le vendiera el periódico, la
cajera del banco, o quien le acompañó en el otro asiento en un carro por puesto
es uno de estos nuevos valientes próceres.
@DimitryBelov
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