Tal día como hoy (5 de diciembre) hace 53 años se promulgó la ley de universidades que consagró la autonomía, derogándose la ley de 1953 dictada para complacer los designios tenebrosos de la dictadura militar de Pérez Jiménez. Fue escogida esta fecha para conmemorar el día del profesor universitario por ese motivo, para que a través de los años enarbolemos la bandera de la autonomía, de la democracia y de la libertad, pues el movimiento universitario de aquella época derramó sangre en sus luchas, no solo en pro de las universidades sino para el país.
Hoy, todos los profesores debemos reflexionar, y no pensar en los intereses particulares de cada uno de nosotros, sino ir mucho más allá: pensar en las universidades y, desde luego en Venezuela.
Pensemos por un momento qué hemos hecho y qué hemos dejado de hacer. ¿Las luchas de los profesores de hoy se parecerán a las luchas de los profesores del pasado? ¿Serán los mismos intereses o los mismos motivos?
Hagamos un examen de conciencia y pensemos en qué hemos fallado.
Todos debemos predicar con el ejemplo, cumplir cabalmente con nuestro deber al impartir clases y ser coherentes con nuestras acciones y pensamientos, es el testimonio que tenemos que dar, más importante que las palabras.
Es menester que nos consustanciemos más con las comunidades mas necesitadas. Si bien es cierto que debemos impartir docencia a quienes asistan a clases, e investigar, también tenemos que hacer extensión y cumplir con labores comunitarias. Los profesores tenemos que sentir las carestías de la gente para poder aportar ideas en su solución.
Hoy tampoco podemos disimular el gran descontento que nos embarga al ser maltratados por los salarios de hambre que percibimos; debemos luchar para que el gobierno nos respete. Pero ese respeto no los ganaremos en tanto y en cuanto las comunidades nos sientan más de su lado. Creo que nos hemos apartado de ellas, es tiempo de re encontrarnos.
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