La gran diferencia entre un gobernante que cree en la democracia a un dictador, la podemos apreciar en la manera como enfrenta a sus adversarios.
Digo esto porque en la reciente historia venezolana han habido 3 eventos que han atentado contra la estabilidad de los gobiernos legítimamente constituidos y sin embargo han tenido diferentes tratamientos jurídicos. Me referiré solo a los sucesos del 4 de febrero de 1992, los del 27 de noviembre de ese mismo año y a los sucesos del 11 de abril del 2002.
Hoy cuatro de febrero hace 21 años un grupo de militares felones irrumpieron en contra el orden constitucional, y el resultado fue letal: más de 50 muertos y 100 heridos, entre los muertos una niña de 9 años de edad. Los golpistas estaban plenamente identificados. El asalto no fue el producto de una movilización de protesta civil sino de un verdadero golpe militar. Chávez en aquel entonces asumió la autoria y rindiéndose advirtió que sus objetivos no se cumplieron, o sea, el de asesinar Carlos Andrés Pérez.
La población civil y todas las instituciones democráticas rechazaron el golpe, el Congreso Nacional sesionó y en aquel entonces la voz disonante pero oportunista de Rafael Caldera (senador vitalicio) se hizo sentir justificando aquellos macabros e inconstitucionales hechos, como la expresión de un pueblo oprimido.
A pesar de los muertos cuyos autores estaban plenamente identificados, hubo un sobreseimiento presidencial y Chávez con apenas 2 años en prisión y con todas las comodidades salió en libertad no obstante haber cometido ese monstruoso crimen.
Caldera dictó un decreto de sobreseimiento y los golpistas convictos y confesos fueron liberados. Que se entienda bien: no fue una medida humanitaria la que dictó Caldera, fue una medida estrictamente política.
El 11 de abril del 2002 y los días previos, había también un gran descontento popular, pero el presidente ahora era Chávez el mismo que 10 años atrás había asesinado a una niña y a civiles, pero también a militares que cumpliendo con su juramento defendían la Constitución. Por los sucesos del 11 de abril hubo muertos, por cierto, ninguna prueba que incrimine a los comisarios que hoy cumplen condena a 30 años. Chávez y ahora Maduro han sido inclementes contra Simonovis y demás comisarios. Simonovis está enfermo pero para Maduro él debe pagar lo que hizo, nos imaginamos que se muera en la cárcel.
Ni Chávez ni Maduro creen en las medidas humanitarias. La razón es muy sencilla los dictadores y verdaderos golpistas no creen en la humanidad sino en el poder para someterla.
Hoy a los 21 años de aquellos sucesos podemos decir que hemos tenido 21 años de retroceso, 21 años de miseria, en la que el odio y el resentimiento han marcado la pauta en el acontecer nacional. No se cuantos años más viviremos en esta tragedia inhumana, pero quienes creemos en la democracia como el camino para el desarrollo de los pueblos debemos seguir en el constante peregrinar, no solo con la palabra sino también con el ejemplo.
No tengo dudas de que si hoy ocurriera algo parecido a lo que pasó hace 21 años, no encontraríamos una Fuerza Armada compacta y que defienda la constitución, sino por el contrario en Venezuela ocurriría una masacre, que conllevaría miles de muertos.
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