jueves, 4 de octubre de 2012

Unidad nacional


Unidad nacional
 Dra. Jessy Divo de Romero
 “Mirad, en fin, que la anarquía destruye la libertad,  y que la unidad conserva el orden”.                                                                       Simón Bolívar, 1828.
Múltiples lecturas suscitan las elecciones del 7 de octubre de 2012. Una de las más sobresalientes es la que se refiere a la Unidad Nacional. No hay dudas de que la Unidad Nacional es una demanda política del pueblo venezolano. Un reclamo que exige de todas las organizaciones un compromiso, un deber. 
Como conducta, se sustenta en unas reglas discutidas y aprobadas por buena parte de las organizaciones democráticas del país, mediante las cuales se acordó no sólo la elección de un candidato, sino también la escogencia de un programa común y la adquisición de una serie de responsabilidades que determinen, mediante el diálogo y la negociación, la dirección política adecuada que conduzca a resolver los problemas de todos los venezolanos. 
Esta Unidad Nacional incluye, por primera vez, a partidos y agrupaciones políticas socialdemócratas, democratacristianos, del centro y de izquierda, estructurando un acuerdo nacional inédito. 
Con un programa elaborado por destacados especialistas del país, el acuerdo ofrece 100 Soluciones para la Gente, con políticas que impulsará el gobierno de Henrique Capriles Radonski a partir de enero de 2013. 
Destacan en este programa aspectos como la refundación del Estado democrático y social de derecho y de justicia, el relanzamiento de la descentralización, como un requisito para la gobernabilidad democrática; la lucha integral y frontal contra la inseguridad ciudadana, la activación de la economía nacional, la plena inclusión de todos en las políticas sociales para el desarrollo, sin distingo de color político; y el fortalecimiento profesional de instituciones pilares del Estado venezolano como la Fuerza Armada Nacional, PDVSA, el Banco Central de Venezuela, entre otros acuerdos. 
Pero sólo se podrán alcanzar estos objetivos si priva la Unidad Nacional, por encima de las controversias y contradicciones. No se trata de reprimir nuestras preocupaciones, o nuestras discrepancias, sino de acordar, más allá de las lógicas diferencias de pensamiento, un conjunto de políticas de Estado que definan un rumbo estratégico y permitan planificar, en el mediano y en el largo plazo, el destino de Venezuela.  
En este punto surge otro escenario de vital importancia: el de las elecciones regionales de gobernadores, en diciembre de 2012. 
Si bien es cierto que es de vital importancia la elección presidencial, lo es, sin duda alguna, que esa elección cuente con los aliados indispensables en las gobernaciones de estado. 
Se trata de un pacto de gobernabilidad, sostenido sobre el diálogo y los consensos imprescindibles, sumando a esas voluntades el aliento emprendedor de los productores, los empresarios, los trabajadores y los componentes del complejo científico tecnológico del país 
La alianza propuesta tiene que ir más allá de lo electoral y de un único acuerdo de gobierno para unos pocos años. Lo que está planteado es una coalición política y social de largo alcance, a tono con la profundidad no sólo de los problemas que el país confronta, sino de las amenazas políticas que seguirán gravitando en nuestro cielo durante largo tiempo. 
En nuestro estado Carabobo, por ejemplo, se concertó apoyar la reelección del gobernador Henrique Fernando Salas, un joven político valenciano que posee una dilatada experiencia en la administración pública, quien junto a su respetable equipo ha llevado una excelente campaña en favor de la unidad, como coordinador del Comando Venezuela en la región. 
Junto a los testigos de mesa, a la movilización y presencia entusiasmada en todos los centros de votación y al cumplimiento de la logística en todas sus etapas, debe consolidarse también el respeto de esos acuerdos, como una palpable demostración de la buena voluntad política de cambio, pues el país ve y escucha cuán sinceras son las intenciones de cumplir con lealtad lo ofrecido. 
A través de esta elección de gobernadores se ponen sobre la escena política tres objetivos esenciales sobre los cuales la democracia se sostiene con solidez: La legitimación de liderazgos regionales y locales, la transferencia equitativa y constitucional de competencias y recursos para hacerlos más próximos a la gente, y la reafirmación de la autonomía de los estados y los municipios, con lo que no se hace otra cosa que aspirar la eficiencia del Estado. 
Los años recientes han demostrado cómo la excesiva centralización obstaculiza la satisfacción de las necesidades de determinado tipo de servicio. 
Si bien es cierto que por definición al poder central le corresponden atribuciones relacionadas con la política de defensa, la política exterior, la política macroeconómica, es a los gobiernos regionales o locales a los que les concierne, también por definición, la administración de servicios básicos como educación, salud, aseo urbano, etc., que mediante procesos transparentes, eficientes y organizados, aproximan los recursos a la gente. 
Sobre esta gran plataforma, por cierto, de decisión y ejecución de proyectos, las universidades nacionales están destinadas a jugar un rol fundamental, como aliadas en el objetivo común del progreso y la modernización del país; eso sí, ya no sobre la base de la intimidación, el asedio y el chantaje ideológico, sino en el acuerdo, el diálogo y el entendimiento. Teniendo como marco normativo la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 
Estos son sólo algunas de las razones por las que el 7 de octubre del año 2012 los venezolanos debemos asistir, masivamente, a votar en las elecciones para escoger al presidente de la República para el período 2013-2019. 
Debemos dejar a un lado, no sólo el miedo, sino también la comodidad y la indiferencia. Es un día para cumplir con un extraordinario deber. Ese día escogeremos a quien influirá de muchas maneras en el futuro y en la vida diaria de cerca de 29.000.000 de venezolanos que estamos seguros se proponen ejercer su derecho de manera inédita, masivamente, con mucha paciencia en las colas de cada centro electoral, lo que puede  materializarse en la disminución contundente de las cifras de abstención vigentes en las últimas elecciones. 
Ojalá la debida reflexión y el dominio de sentimientos como el orgullo, la vanidad y la soberbia, no nos sumerjan en la confusión y en el desorden que como país nadie desea.

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