Para muchos, la historia en
esta lucha por la democracia y la calidad de vida en el mejor país del mundo,
no lleva 17 meses, sino que se remonta a más de 20 años, cuando la paz había
sido quebrantado por aquellos insurrectos, que en lugar de contribuir,
proponer, participar o exigir mejoras del Estado y sus políticas públicas,
desafiaron el estatus quo de los venezolanos siendo de los más sanguinarios
golpistas.
Golpistas de verdad, con
organización y planes para derrocar un gobierno legítimo, golpistas como
término y definición que hoy satanizan y proclaman a diestra y siniestra y a
cuanto ser humano que ose a criticar este régimen vandálico y nefasto que ha
llevado a la nación a sus peor momento histórico y a su más triste decadencia.
Hoy acusan de golpista a
cualquiera que reclame que este régimen no es legítimo y que debe desaparecer,
este régimen no es más que una tramoya inútil y pirata, cuyo único objetivo es
enriquecer a unos cuantos para hundir en la miseria a la población, no les
importa quien muera de hambre, o de enfermedad, quiebre su negocio, se quede sin
trabajo o simplemente deje un día de existir por la angustia de vivir colgando
de un hilo sin asidero o futuro. Hoy la mayoría vivimos con incongruencia
emocional, siguiendo el dicho de “a mal tiempo buena cara” pero ya se desdibuja
la sonrisa pues el aplauso va por dentro.
Hoy en día no hay un
venezolano que pueda decir que esta desgracia no les ha tocado en nada, me
atrevo a decir que a absolutamente todos esta crisis nos ha tocado en lo
personal, para algunos de manera menos dramática por no conseguir algún
elemento de la canasta básica y tener que andar dando brincos para no alimentar
a los sinvergüenzas profesionales del bachaqueo que se están enriqueciendo de
la peor forma, a cuenta de la necesidad del prójimo.
Para otros, los impactos de
esta calamidad han sido crudos, pues aún lloran a un familiar cuya vida fue
arrebatada por el hampa, o dejaron a un hermano, esposo o hijo en una silla de
ruedas, por un balazo, o aquellos que le toman la mano a diario a ese ser
querido que sufre en una cama por el dolor de esperar a la muerte a cuenta
gotas, porque la medicina, el tratamiento o el equipo no se encuentra en
Venezuela… y no todos podemos escapar, y no todos podemos huir de esta
realidad.
Para los que creen que irse
del país es facilito, que le pregunten a tantos que se han ido sin contar con
recursos, o un familiar que los socorra en otro país, si aún a aquellos que les
ha ido bien, o “buenísimo” como dicen, habría que preguntarles si son felices y
no llevan de Venezuela “la luz y el aroma en su piel y el cuatro en el
corazón”.
Además, a muchos de los que
luchamos no nos da la gana de irnos pues a nuestros hijos los parimos en
Venezuela, con la promesa de vivir las maravillas del sueño venezolano, que es
el verdadero sueño americano y así lo pueden constatar los miles y miles de inmigrantes
que besan este suelo como lo hacían mis padres por ser una tierra de gracia,
donde han levantado a sus familias.
Me impulsa mi familia
justamente, pero también tanta gente que hoy conozco y que antes no tenía la
fortuna de conocer… aquellos que nos encontramos protestando, que estando a
nuestro lado gritamos juntos, corrimos, lloramos y pegamos nuestra pancarta u
organizamos la Asamblea de aquí y de allá…
Hemos compartido tantos momentos y experiencias que con orgullo decimos
que nuestra creatividad no tiene límites, protestamos desde todas las
talanqueras y apoyamos aun no estando de acuerdo.
Esas personas, esos
compañeros de lucha son los que para mí valen más. Juntos andamos apoyando al
otro en su forma de protesta, sea la que fuere, aunque no sea la misma que aúpo
pues sabemos que nos debemos respeto, tolerancia y empatía. Tenemos como
ciudadanos diferentes edades, condiciones sociales, talentos y habilidades,
formas de pensar, de vivir e historias de vida diferentes, pero allí estamos
como un bloque sin dividirnos por colores de partidos, ni ideologías, ni falsas
premisas, sin apetencias por cargos públicos, ni prebendas, estamos unidos
porque sabemos que ninguno es dueño de la verdad absoluta y aquello que hoy
critico puede ser lo que nos saque de este atolladero. Y que nuestra población
tiene de todo y todos valemos. Nos une lo mismo, adversar un régimen
totalitario que niega calidad de vida, derechos y libertades a los venezolanos,
aspiramos transformar a Venezuela en la tierra de gracia que tanto amaban
nuestro padres.
Sin embargo esta gran
fuerza, la de la sociedad civil, la de los movimientos sociales tan
atropellada, perseguida y vulnerada en sus DDHH por el régimen, es tristemente
ignorada por ese segmento que dice “representar” a la oposición, la MUD a la
que le resultamos incómodos, somos la piedra también en su zapato, porque
exigimos de ellos aún más de lo que esperamos del mejor de los gobiernos. Le
exigimos abrir su estructura a todas las vertientes ciudadanas, escuchar los
planteamientos, servirle y prestar atención a la voz de los ciudadanos y
trabajar de la mano con NOSOTROS la agenda de un reclamo al que que cada vez le
urge levantar MAS ALTO la voz y no arrodillarse a los mandatos de nadie, ni
andar negociando parcelitas.
Por eso, es la hora de los
ciudadanos, de los que sabemos que tenemos derecho a la protesta, a la
desobediencia, a elegir a nuestros representantes, a la defensa de los DDHH y a
la libertad… derechos que están consagrados en la Carta Magna y que viola
diariamente este Régimen maltrecho al que ya se le agotó desde hace mucho su
tiempo y debe acabar.
Los ciudadanos somos los que
decidimos, no deciden por nosotros los partidos políticos, es su deber ser
nuestros voceros, liderar desde nuestros acuerdos y demandas.
En esta lucha la gente
superó a sus líderes y queremos que quienes tomen nuestras banderas merezcan
llevarlas por sus méritos y su perseverancia, pero sobretodo porque estén conscientes
que la bandea que están llevando es nuestra
y debe enarbolarse con nuestra voz que la acompañe, estar a nuestro lado en
cada lucha y en cada lugar, que nuestros espacios sean sus campos de batalla y
nuestras ideas su campaña.
Oído al cañón y atentos al
quejido, no pedimos concesiones que ya tenemos, no esperamos invitaciones sino
recibimos la presencia de cualquiera de ustedes en nuestros espacios que son
todos los espacios de lucha y la calle que retomamos sin descanso para
recuperar el país que realmente sirva a todos para mejorar, crecer, emanciparse
y no para seguir sufriendo.
Luego de tantos años de
luchar contra este monstruo, fortalecido con el mal, ya se ha vuelto una lucha
espiritual, donde nuestro mejor recurso es pedirle a Dios que nos use como
instrumento y tome control para salvar lo que queda y emprender unidos la tarea
que más nos reconfortará, ir construyendo un país de primera con lo mejor de
todo y para todo el mundo.
Mary Mennuto
@marymennuto